El arte Incaico aunque muchas veces inspirado en lo
mágico-religioso fue hijo de la artesanía. Fue arte porque buscó la
belleza. Fue artesanía porque los artesanos fueron en sus orígenes sus
escultores. El artista profesional no existió en el incario, ocupó su lugar en
el Yachachic Runa o artesano prominente, el hombre que por la belleza de su
obra la hacía merecedora de ser legada a la posteridad. Esto fue lo que pasó
con los eximios arquitectos que dieron forma funcional a la materia pétrea, con
los ceramistas, que aprovecharon la elasticidad del barro; y con los tejedores
que alcanzaron telas de plumearía cuando no de oro y plata.
Los Incas hacían un gran trabajo manejando plumas de las
aves. Eran trabajos respetados, y con las plumas se hacían desde diademas,
que solían llevar los sacerdotes y aristócratas, hasta mantos.
En la cerámica, los incas prosperaron bastante. Se
dice que su cerámica es la más bonita de toda la cultura precolombina. La
mayoría de trabajos de cerámica era para las ceremonias religiosas, y solían
consistir en tinajas y otros utensilios de este tipo.
La pintura inca se hacía sobre mantos o murales en
las paredes, que se enlucían con barro para poder pintar sobre ellas. En los
tejidos, las pinturas se hacían sobre mantos de lana, y se usaban colores
vivos.
De la música inca se sabe muy poco, ya que no existen
escritos ni obras. Solamente se sabe que la música se utilizaba sobretodo en
los servicios religiosos, y que se usaban instrumentos de viento (que
simbolizaban al cielo) e instrumentos de percusión (que simbolizaban la
naturaleza).
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